10 nov 2014

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...

Entre 1973 y 1974, un George Lucas treintañero se enfrascó en el guion de la que se convertiría en una de las mayores sagas de ciencia ficción de la historia: Star Wars.

Fotograma donde aparecen Luke Skywalker (Mark Hamill), la princesa Leia (Carrie Fisher) y Han Solo (Harrison Ford)

La que al principio pretendía ser una película de Flash Gordon —superhéroe que admiraba Lucas en su infancia— se vio frustrada al comprobar que el productor de cine Dino De Laurentiis, ya se había hecho con los derechos. Debido a esto, George Lucas decidió escribir un guion original, inspirándose en Flash y El Planeta de los Simios para dar vida a ese inmenso mundo intergaláctico que iba tomando forma en su cabeza.


Los fans de la saga tienen bien sabido que Lucas tuvo que afrontar numerosas dificultades antes de encontrar un estudio interesado en su proyecto, hasta que finalmente los ejecutivos de Twentieth Century Fox le dieron una oportunidad. Llegaron a un "modesto" acuerdo en el que Lucas les cedía su salario como director a cambio de recibir el 40% de las ganancias en taquilla y los derechos del merchandising. Todos, incluida la Fox, vaticinaban que La Guerra de Las Galaxias sería un completo fracaso.


Tráiler original de 1977

En 1975, al ver que la Fox había disuelto su departamento de efectos visuales, Lucas fundó ILM (Industrial Light & Magic), una empresa centrada en la creación de innovadores efectos gráficos generados por ordenador, jamás antes vistos. Para ello, primero recurrió a Douglas Trumbull (reconocido por sus efectos especiales en el aclamado film 2001: Odisea en el Espacio), pero éste rechazó el puesto, recomendando a su asistente John Dykstra. El equipo de Dykstra sería el responsable de, entre otros, los ya icónicos sables de luz.

Durante el casting también se toparon con algunos contratiempos. En sus inicios, el actor Tom Sellek era el pensado para dar vida a Han Solo, sin embargo su representante le disuadió, alegando que no sería bueno para su carrera, por lo que finalmente fue Harrison Ford quien encarnó al capitán del Halcón Milenario (la única nave espacial que se recreó a tamaño real, llegando a pesar 23 toneladas).

David Prowse era el elegido para hacer del peludo Chewbacca, pero se negó porque no quería un papel en el que no se le viese el rostro. Tras la negativa, Lucas le ofreció encargarse de la actuación de Darth Vader, encarnación que no cumplió con los deseos del actor, pues la única escena de la clásica trilogía en la que se le ve la cara al personaje, Vader es interpretado por Sebastian Shaw. Para colmo, ni siquiera la voz  que diría la mítica frase "Luke, I am your father" es de Prowse, sino de  James Earl Jones.

Póster original de 1977 por Tom Jung

El 22 de Marzo de 1976 comenzó el rodaje de Star Wars: Episodio IV - Una Nueva Esperanza (presentada en aquel entonces como Star Wars asecas), en Túnez, que simularía el desértico paraje del planeta Tatooine. Pero Lucas estuvo ausente la primera semana a causa de una extraña tormenta tunecina, el mal funcionamiento de numerosos útiles de atrezo, y averías eléctricas. Además, la primera vez que el actor Anthony Daniels se puso el traje de C-3PO, la pieza de la pierna izquierda se rompió, apuñalándole el pie.

Los anecdóticos problemas que se dieron durante la grabación, sumados al escaso interés que mostraba la gente por una película de "carácter infantil" como la denominaban, no parecían traer nada bueno. Incluso los propios actores dudaban de la rentabilidad del proyecto. Harrison Ford  confesó que le parecía una película "rara", con una princesa que tenía "ensaimadas" en la cabeza y un "gigante con un traje de mono" llamado Chewbacca, según sus palabras.

Fotograma de Star Wars: Episodio IV - Una Nueva Esperanza donde puede verse a Luke en el planeta Tatooine

El estreno de Star Wars: Una Nueva Esperanza estaba programado para la Navidad de 1976, mas los numerosos retrasos hicieron que la película viese la luz el verano de 1977. Fue un éxito inmediato. Los mayores beneficios anuales que había obtenido hasta entonces Twentieth Century Fox eran de 37 millones de dólares, aquel año llegaron a los 79 millones.


A día de hoy, sigue sin existir una saga de ciencia ficción que haya logrado el impacto cultural  que La Guerra de Las Galaxias tuvo y sigue teniendo a nivel mundial.

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